La metodología Agile ha ido ganando en popularidad en los últimos años.
Pasó del mundo de la informática al empresarial y ahora llega a la educación. Gracias a sus cualidades, los alumnos pueden desarrollar mejores proyectos. ¿Sabes en qué consiste? A continuación, te mostramos sus principales características y su aplicación a la enseñanza.
¿Qué es el método Agile?
Se trata de un método que tiene como objetivo dotar de agilidad y rapidez para la ejecución de un proyecto. Surge en torno al año 2001, concretamente, en el sector del desarrollo de programas informáticos. Los directivos de las principales empresas se habían dado cuenta de que la forma de trabajo tradicional no era la adecuada. ¿El motivo? Porque conllevaba procesos basados en contratos cerrados, falta de comunicación entre los empleados y continuas ralentizaciones. Al actuar de este modo, el producto final solía ser de mala calidad.
El método ágil se enfoca en la mejora continua, ya que permite comprobar el resultado antes de entregarlo. En caso de encontrar fallos, se efectúan las mejoras necesarias. Actuar así es más rápido y constante, lo que reduce los plazos de entrega y centra el trabajo de los equipos en cada tarea que tengan que efectuar. Al final, se gana en calidad, compromiso, velocidad y productividad.
Dadas estas cualidades, el método terminó por saltar al resto de sectores de la producción. Esto ha permitido que surjan diferentes metodologías que, pese a proponer caminos distintos, garantizan la agilidad a la hora de afrontar un proyecto. Ya sea el método Scrum o Kanban, dos de sus principales referentes, mejorarás los resultados y optimizarás el uso de los recursos disponibles.
¿Cómo aplicar el método Agile para elaborar proyectos en clase?
La manera más adecuada de llevar el método Agile al aula es mediante el aprendizaje por proyectos, ya que ofrece unas condiciones similares a las del entorno laboral. Mediante diferentes metodologías, los alumnos colaborarán entre ellos para finalizar un proyecto común, lo que les permitirá acelerar el desarrollo de las tareas que tengan que realizar.
En concreto, la metodología Scrum es una de las más aplicadas en el aula, puesto que facilita que los alumnos formen equipos autoorganizados y multidisciplinares. En cuanto al papel del profesor, este se convierte en un guía, algo que se mantiene dentro del aprendizaje por proyectos. Además, se incentiva a los grupos para que busquen la forma óptima de ejecutar sus tareas.
Al aplicar Scrum, los alumnos tienen que superar varios obstáculos, como por ejemplo, aprender a compartir sus descubrimientos con el resto del equipo. Esto les llevará a apoyarse para que el proyecto no se retrase y ofrecer un resultado adecuado. De este modo, tus alumnos irán potenciando sus habilidades y cualidades al ser necesarias para llevar a cabo sus tareas. También desarrollarán la creatividad, la flexibilidad y mejorarán su productividad.
Otra metodología muy interesante es la Lean start-up. Consiste en plantear retos a los alumnos con el fin de promover su espíritu emprendedor, así como una amplia variedad de habilidades. Para superar los desafíos, necesitan hacer gala de ingenio, responsabilidad, control de emociones y liderazgo, mientras aprenden a lo largo de la duración del proyecto.
A su vez, tienen que aprender a idear las respuestas correctas para superar cada reto, aunque no haya un único camino correcto. Esto implica que deben utilizar recursos como la lluvia de ideas o ser capaces de contextualizar la situación en la que se encuentran. Así, estimulas a los alumnos a que busquen soluciones y a cometer errores, pero siempre aprendiendo de ellos para progresar.
Como ves, el método Agile ofrece unas buenas perspectivas, siempre y cuando apliques el método educativo adecuado. Así, permitirás que tus alumnos desarrollen sus capacidades y habilidades mediante el desarrollo de proyectos. En ese sentido, DreamShaper es la herramienta perfecta para que tus clases ganen en agilidad. ¡Conócela!