El impacto de las nuevas maneras de formar a los profesionales

La formación en la enseñanza superior está experimentando algunos cambios.

Las universidades y las escuelas de negocios no son las únicas opciones a tu alcance. En los últimos años, han comenzado a surgir cursos centrados en atender la demanda empresarial. Esto supone un antes y un después, que vas a conocer en las próximas líneas.

Qué es lo que ha cambiado

De forma tradicional, las únicas formas, o las más comunes, de acceder a la enseñanza superior han sido las universidades o las escuelas de negocios. En estos centros se imparten carreras o formaciones en varias ramas del conocimiento, como la historia, la administración de empresas o la psicología. Así, se adquieren unos conocimientos muy especializados en ciertas áreas concretas.

Sin embargo, el principal problema de este modelo educativo es su desconexión, total o parcial, con el mercado laboral. Es decir, los currículos o itinerarios que se imparten no orientan los estudios a transmitir y desarrollar habilidades o aptitudes que demandan las empresas, al menos no necesariamente. De este modo, algunas carreras, como las de humanidades, no facilitan encontrar un puesto de trabajo a sus alumnos.

Además, las metodologías de enseñanza no se adaptan a los nuevos tiempos con suficiente velocidad. Se han hecho intentos, reflejados en varios cambios de los planes de estudio, pero no son suficientes. Ya sea por la falta de medios o de formación, las clases magistrales siguen dominantes y el uso de los recursos que ofrece internet es escaso. Esto conduce a que no se aprovechen métodos como la enseñanza por proyectos, por poner un ejemplo.

Ante esta situación, han comenzado a surgir propuestas que se centran en cubrir la demanda empresarial y de formación para mejorar la empleabilidad. Su objetivo es el de preparar a los alumnos en los conocimientos, capacidades y habilidades que las empresas necesitan, lo que aumenta sus posibilidades de acceder al mercado laboral.

Se trata de una respuesta certera a las necesidades de los estudiantes, quienes no tienen por qué invertir varios años de su vida en unos estudios con poca o nula utilidad laboral. Sin embargo, depende de cada uno sacar partido a lo que se ha aprendido, aunque no está de más disponer de habilidades o conocimientos que realmente se estén demandando.

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Cuáles son las soluciones

El desarrollo de la digitalización ha permitido que la formación avance y se haga accesible. En internet puedes encontrar todo tipo de cursos, de diferente extensión e impartidos por instituciones de renombre, centrados en adquirir habilidades o conocimientos muy específicos y demandados. Por ejemplo, un curso para programar en Python te da la posibilidad de aprender uno de los lenguajes informáticos más utilizados.

Gracias a estas formaciones, se aprovecha mejor el tiempo de estudio, ya que las materias se relacionan con el mercado laboral. Esto evita dedicarle tiempo a otras cuestiones que aporten poco o nada. Por ejemplo, podrías realizar un máster en arqueología en el que, si bien tiene asignaturas específicas que te serán útiles para un trabajo, tendrás que enfrentarte a muchas que podrían no serte tan útiles, pero que es obligatorio cursar.

Asimismo, la parte práctica cobra una mayor relevancia en las nuevas formaciones, un factor esencial para afianzar los conocimientos y entender sus interrelaciones con el mundo real. De hecho, en algunos casos se da más importancia a este apartado que al teórico, aunque este siempre es necesario para comenzar cualquier estudio y luego seguir profundizando.

Al combinarse esta y otras características, la empleabilidad de los estudiantes aumenta con creces e incluso supera a algunas carreras. Hay casos particulares, como la ingeniería informática, en la que las tasas de paro son muy reducidas. Esto se debe a que los perfiles que se licencian son muy demandados por las empresas, quienes tienen dificultades para cubrir puestos de trabajo, como el de programador.

Pese a todos los cambios y mejoras, aún queda mucho trabajo por hacer. La formación que se adapta a la demanda empresarial puede no contar con el prestigio que tiene una carrera universitaria; unas disciplinas tan novedosas necesitan tiempo para consolidar su posición y demostrar su potencial.

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