La resistencia de los docentes a nuevas tecnologías y metodologías

La resistencia al cambio es, en cierto modo, natural en el ser humano. Cuando una situación conocida se ve alterada, surge la necesidad de adaptarse y aprender.

Esto es lo que ha ocurrido en los últimos años en el mundo de la enseñanza. Las nuevas tecnologías y metodologías han llegado, pero muchos profesores tienen dificultad en adaptarse. ¿A qué se debe esta reacción?

El cambio inevitable y sus problemas

El sistema educativo ni siempre es tan dinámico cuanto debería ser. Las necesidades de los estudiantes cambian, al igual que las del mercado laboral y de la propia población. Ante esta situación, adaptarse es fundamental para evitar problemas de diferente índole. Por ejemplo, no impartir las habilidades y conocimientos adecuados a los alumnos mermará sus posibilidades de desarrollo personal.

Sin embargo, ante los cambios, los seres humanos reaccionamos resistiéndonos, aunque no sea posible evitarlos. Esto se manifiesta de diversas maneras, y una de ellas es la falta de interés en los nuevos planteamientos.

Al no colaborar de manera activa, se está tratando de conservar el status quo anterior. De hecho, incluso se emprenden acciones para prevenir, interrumpir o dificultar la implementación de los cambios. Ante el uso de una nueva metodología, como la educación por proyectos, muchas veces se intentan mantener las clases magistrales como único método de enseñanza. También se argumenta que los cambios no aportan nada al proceso formativo, aunque esta no sea la realidad.

En el fondo, la resistencia al cambio se cimienta en el temor y la incertidumbre. Se pasa de un ambiente conocido y controlado a uno que no lo es. En este sentido, una parte del profesorado piensa que se está perdiendo algo valioso o que no merece la pena el esfuerzo. Al fin y al cabo, es posible que no conozcan la extensión de las novedades y sus aspectos positivos, ni consideran que les compense aprenderlas y utilizarlas.

La resistencia al cambio también se ve afectada por la personalidad de los docentes, la cultura de la institución que los debe llevar a cabo y las modificaciones legales. Este último factor es muy importante, ya que, si el entorno normativo es inestable, se producirán retrasos o se detendrá de manera indefinida la implementación de una metodología. Si no queda claro si esta seguirá vigente en el futuro, no vale la pena insistir en ella.

¿Cómo superar la resistencia al cambio?

Cómo has podido comprobar, la resistencia es una reacción natural que se fundamenta en el miedo y la incertidumbre. Cabe la posibilidad de que los cambios no sean conocidos en profundidad y que no se disponga de la correcta formación. Ambas situaciones son problemáticas, ya que aumentarán la reticencia. Ten en cuenta que no queda claro el objetivo de las modificaciones y que la preparación para afrontarlas no es la adecuada.

Por tanto, para reducir la resistencia, es básico generar certidumbres y aplicar un plan de acción adecuado. Para empezar, los profesores deben tener claro cuál es el objetivo del cambio. Se les ha de informar de las tecnologías y metodologías que se introducen, pero con el suficiente tiempo para que se adapten. Además, se debe prestar especial atención a sus comentarios y puntos de vista.

La formación es otro aspecto que no debes olvidar. Sin ella, no podrán sacar todo el partido a la metodología o tecnología que vayan a usar. De hecho, solo contribuirá a aumentar la resistencia, ya que los profesores seguirán dando clase como lo hacían hasta que se produzca el cambio.

Una vez que dicho cambio se haya producido, resulta fundamental ofrecer una formación continua al profesorado. El objetivo es actualizar los conocimientos de la plantilla. También contribuye a reducir la resistencia a futuras implementaciones. De este modo, el profesorado se mantendrá al día de las novedades y no será tan reacio a aplicarlas, puesto que comprende el impacto que pueden generar en su día a día.

En resumen, los cambios son inevitables, y lo mismo ocurre con la resistencia a estos. Aunque parezca lo contrario, puedes reducir la reticencia a que se adopte una nueva tecnología o metodología. Para conseguirlo, necesitas formar a los docentes y procurar que entiendan los motivos del cambio.

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